top of page
Buscar

Para innovar apuesta por el bicho raro

  • Foto del escritor: Milano
    Milano
  • 13 sept 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 sept 2019

Lamentablemente los países que integran la América Latina todavía en pleno siglo XXI siguen formando parte de ese bloque disfuncional etiquetado como "países en vía de desarrollo".


Sin embargo, en lugar de procurarnos la inserción al mundo desarrollado antes de que la brecha que nos separa de este sea por completo infranqueable, los latinoamericanos continuamos ensanchando esa brecha. Seguramente no por voluntad individual, pero sí por la irracionalidad colectivista, es decir, por la política, por el estado, por la ideología, por la burocracia, entre tantas otras "invenciones" que no han servido para más que para coartar al individuo y con ello todo nuestro enorme potencial, nuestra creatividad, y capacidad de innovación. De ahí que nuestro principal problema en América Latina no sea la falta de recursos si no la fuga de cerebros en busca de mejores terrenos para la individualidad.

De modo que ya va llegando la hora en que cada uno de los individuos que compartimos el continente latinoamericano decidamos finalmente deslastrarnos de pequeños vicios atávicos que nos ha inculcado por décadas todo nuestro sistema sociopolítico el cual nos ha mantenido en el subdesarrollo, y que ha permeado, nos guste o no, nuestra concepción misma del universo, tanto así que ni siquiera la empresa privada en nuestro continente, la misma que tanto pugna contra la intromisión odiosa del estado, lo ha podido superar. Como evidencia de cómo, para dar un salto cuántico hacia la modernidad y el desarrollo más que una lucha política o social es necesaria también una transmutación profunda de esquemas mentales que en mayor o menor medida tenemos ya integrados hacia otros que nos permita realmente ser a cada uno de nosotros ese cambio que queremos en nuestras sociedades.


Digo esto porque sorprende como el aparato empresarial latinoamericano así como sus recruiters, y agencias de recursos humanos continúan operando tal y como lo hace el mismo aparato burocrático estatal que les resulta tan coartante.


En verdad resulta increíble la cantidad de requisitos, pruebas, documentos, exámenes, y recomendaciones que se exigen hoy en América Látina (y en grado superlativo en Argentina) para dar un puesto de trabajo; pareciera a veces que ni siquiera importaran las actitudes ni aptitudes del individuo más allá de lo que dicen sus documentos a la hora de postularse a un puesto de trabajo y al ser evaluado en una entrevistas, en la cual, una persona ya aburrida de escuchar las mismas mentiras establecidas por el protocolo repetidamente termina simplemente seleccionando a los postulantes con los mismos rasgos de personalidad, y perfil de calificaciones que tienen todos en la empresa que se encuentra buscando personal.


Sin embargo, una empresa conformada únicamente de individuos que estudiaron lo mismo, que piensan lo mismo, con personalidades parecidas, etc. Si bien parece una excelente forma de mantener la uniformidad y de reducir el conflicto a largo plazo solo resulta en un ambiente laboral tedioso, restrictivo, en donde no hay lugar para que, de la diversidad de pensamiento, se pueda generar ese big bang que es la creatividad y de la cual deriva toda innovación o idea revolucionaria.


Si no me creen a mí puedo decir que en estas ideas me acompaña gente como Bill Gates, Jeff Bezos, Jack Ma o Guy Kawasaki todos empresarios que se encuentran entre los más grandes y exitosos del mundo, y quienes abogan hoy por escoger al diferente, al bicho raro, a ese que antes que calificaciones (o hasta no teniendo ninguna "formal") demuestra una gran actitud para aprender, para crear, y para dar lo mejor de sí en pos de cumplir un objetivo. Razón por la cual en Silicon Valley por ejemplo, en la misma medida que se buscan ingenieros y programadores, se valora también a los filósofos y a los humanistas, o por la que en el World Trade Center además de estudios en ciencias económicas se tiene en buena estima a los estudios de latín y literatura clásica.


En pocas palabras, a veces la actitud, la creatividad y la imaginación son tan, o incluso más necesarias que el saber.


De manera que además de esperar un cambio político, bien valdría la pena que a nivel empresarial e individual en nuestro continente latinoamericano (siempre tan preocupado por el gobierno de turno para invertir, cambiar y crear) comenzáramos a replicar las mismas actitudes de inclusión y adquisición del talento humano que se aplican en el primer mundo, y cuya falta son uno de los otros tantos factores que nos mantienen alejados del pleno desarrollo.


Es momento de abandonar la comprensión arcaica, burocrática y lineal que tenemos acerca de la calificación del personal en la cual los estudios son solamente para crear un autómata especializado en desempeñar una tarea específica y no seres integrales con herramientas para la innovación, porque cuando logremos integrar esos nuevos paradigmas del mundo desarrollado a nuestro pensamiento ese día comenzaremos verdaderamente a superar la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades y eventualmente a necesitar cada vez menos del estado que tanto aqueja con su corrupción y malos manejos a nuestro continente.


En resumen, ningún cambio global es posible si no empieza por el individuo, replicándose este a su vez a sus distintas formas de organización tal como las escuelas, universidades, empresas, países y eventualmente hasta el mismo estado que crea leyes, las mismas leyes que pueden propiciar nuestro desarrollo o sumirnos en el atraso como hasta ahora ha venido sucediendo en el cono sur. En otras palabras es hora de que individuos y organizaciones comiencen a empoderarse en conjunto si queremos un continente de desarrollo y oportunidades para todos, pero ese cambio empieza por nuestra mentalidad y no nada más por el cambio de un gobierno.





 
 
 

Comentários


Join my mailing list

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

bottom of page