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La brisita bolivariana

  • Foto del escritor: Milano
    Milano
  • 21 oct 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 20 oct 2020

La brisita bolivariana que ha estado soplando en América Latina el último par de semanas ha servido muy bien para dos cosas:


En primer lugar, para exacerbar la barbarie siempre agazapada detrás de los sustantivos abstractos frecuentemente utilizados en el discurso de la neo-lengua populista: "pueblo", "dignidad", "consciencia", "neoliberal", etc.


En segundo lugar, la brisita ha servido también para hacer volar las máscaras de aquellos venezolanos a los que el chavismo se les ha impreso tan profundamente en el inconsciente que ni siquiera se dan cuenta (poco importa si votaran por chávez o no).


Con tan solo leer algunas de las opiniones emitidas a través de las redes por compatriotas venezolanosa exiliados en Chile, Ecuador, Argentina, entre los demás países de la región, respecto de los actos vandálicos y terroristas que han venido azotando por estos días a buena parte del continente queda en evidencia, la forma en que muchos venezolanos en el exilio sencillamente no entendieron ninguna de las causas de nuestra tragedia.


Por el contrario, quedaron atrapados en la matrix discursiva de opresores vs oprimidos, la cual siempre termina siendo la excusa del populista, y de la masa enardecida, para poder cometer cualquier tropelía en nombre de la "justicia social".


Parece mentira, y resulta hasta patético, el tener que recordarle al exilio venezolano que lo que ha venido sucediendo en Chile y Ecuador forma parte del mismo guion que condenó a Venezuela a la miseria que hoy padece.


De modo que, resulta verdaderamente ridículo el que haya exiliados venezolanos diciendo sandeces como que "el pueblo chileno ha tomado consciencia porque no es justo que no tengan servicios gratuitos habiendo tanta riqueza", o que hay que "acabar con la desigualdad", y qué decir de aquellos que lanzan además arengas "indigenistas" pretendiendo hablar en favor de "pueblos originarios", pretendiendo así justificar el salvajismo (tengase en cuenta que los "indigenas" han llevado la batuta en las protestas en Ecuador).


¿O acaso olvidan que fue a través de tales discursos, y mediante los mismos métodos desestabilizadores, que se nos empujó a nosotros los venezolanos hacia el camino que nos terminaría convirtiendo en la nación fallida que hoy somos, y la cual padecemos aún en el exilio, a la hora de pedir un nuevo pasaporte, por ejemplo.


De manera que, soy de la opinión, de que en pleno siglo XXI, los venezolanos, los latinoamericanos, la humanidad toda en realidad, debería haber trascendido ya los discursos dualistas, los discursos maniqueos, los discursos racistas e indigenistas. En corto, a estas alturas deberíamos ya entendernos todos como ciudadanos de distintos países, y por ende, con los mismos derechos, y los mismos deberes, sin importar el color de nuestra piel o cual de nuestros ancestros llegó primero a cualquier parte.


En otras palabras, ser indígena, ser blanco, ser rico, ser pobre, ser "el pueblo", no debería suponer ninguna facultad, o privilegio moral, o legal, o del tipo que sea, en modo alguno distinto al del resto de los ciudadanos.


Resumiendo tolerar o defender el que se permita la imposición o la exigencia de agendas políticas particulares basadas en el hecho de pertenecer a tal o cual "pueblo", a tal o cual color, debería ser un hecho totalmente repudiable en el mundo moderno.


Igualmente, deberíamos ya saber también que una "toma de consciencia" debería ser algo más constructivo que el vulgar vandalismo, el cual ha abierto las puertas del caos en Chile, destrozando la confianza en un mercado que tomó 30 años consolidar.


Permítanme refrescar un poco más la memoria de mis compatriotas:


Por si no lo recuerdan, al igual que Chile, Venezuela fue, también durante algún tiempo, el único país más o menos democrático, estable, y próspero de nuestra región; un país encaminado hacia el desarrollo. No obstante, al igual que Venezuela por aquella época, Chile, a pesar de todo su crecimiento y su recién adquirida estabilidad institucional, no ha podido erradicar toda desigualdad, toda corrupción, entre tantos otros problemas acuciantes y comunes a todos los países latinoamericanos.


¿Quién podría negarlo?


Sin embargo, progresivamente Chile ha venido atendiendo tales problemas, y de forma infinitamente más eficiente que cualquiera de sus vecinos, pero claro, Chile no es aún Suecia, ni Dinamarca (como tampoco lo fue Venezuela) y por lo tanto el bienestar (ojo con este término) no es aún un hecho consolidado para el 100% de la población. Asimismo, el crecimiento poblacional siempre supera a la capacidad de organización de los estados latinoamericanos, para brindar eficazmente a todos educación, salud, etc.


De modo que sobran siempre los descontentos por no obtener los dividendos de los grandes empresarios, o profesionales medios. Sobran siempre aquellos quienes creen que deben ser mantenidos por el ingreso de los otros, y que son el abono que hace florecer a la propaganda roja. Propaganda la cual, sabe bien cómo sacar provecho inmediato de tales malestares, y que es por lejos, mucho más eficiente de lo que el estado puede serlo en divulgar el trabajo de hormiga que toma sacar a un país del atraso.


"no repitan una estupidez tan grande como que: "los chilenos no tienen nada que perder"

No obstante toda esta realidad, volviendo al punto central de este articulo, se llegan a leer burradas emitidas por inmigrantes venezolanos como "Chile despertó, la gente no tiene nada que perder porque ya poco les queda" .


Ante lo cual yo me pregunto ¿Es que en verdad no aprendieron nada del chavismo?


¿No les quedó claro que la puerta de entrada del populismo es la revuelta, es el caos, es el minar las instituciones siempre de manera violenta para después reinar sobre las cenizas?


De última ¿Por qué si tanto querían redistribución del ingreso e igualitarismo no se quedaron en Venezuela, o se fueron a Cuba?


Es más ¿Por qué no se ponen de acuerdo todos los zurdos del sur junto con los venezolanos prosocialistas inmigrantes y comienzan un éxodo inverso hacia Cuba o Venezuela?


Señores por más que las intenciones parezcan buenas, y aunque nuestra educación antes, durante y después de chávez nos lo hizo creer, ni la educación ni la medicina, ni las mejoras en los servicios públicos crecen en los árboles, y alguien tiene que pagar todo eso, y no, no todos los países tienen una renta petrolera para despilfarrar hasta arruinarse como lo hizo Venezuela.


En la actualidad, lo cierto es que a pesar del "horrible liberalismo" Chile es quizás el país más seguros de la región, con una de las tasas de homicidios más bajas del continente, uno de los menos corruptos, y uno donde es aplastantemente evidente cómo el capitalismo y el libre mercado mejoran drásticamente las condiciones de vida de un país. Así que no repitan una estupidez tan grande como que "los chilenos no tienen nada que perder" o que no todo lo que pasa en América Latina es comparable con lo de Venezuela, porque sí, sí es. Porque la mano negra del castrismo y del marxismo continental siempre están detrás, emponzoñando cualquier reclamo en teoría loable y bienintencionada de justicia.


Asimismo, no hay nada más frágil y fácil que perder que una democracia porque sí, es muy delicado el equilibrio entre permitir la disidencia y responder contundentemente a la barbarie, pues esto último resulta siempre poco estético (aunque resulte siempre odiosa la imagen de un militar golpeando a un civil, a veces, para defender una democracia a veces hay que hacerlo).


En conclusión, creo que los venezolanos deberíamos ser cada vez más conscientes críticos e inteligentes antes de creer que los ciudadanos deben exigir tal o cual cosa del estado, y sobre todo respecto al cómo debe exigirse, pues el camino hacia la destrucción y la barbarie ya lo conocemos, y está empedrado de muy buenas intenciones.

¿O acaso ya se nos olvidó el 27 de Febrero del 89 en Venezuela, o el 4-F, y cómo el gran error fue no haber eliminado el cáncer de raíz seducidos por sus ideas de redistribución?

 
 
 

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