Desde el exilio, una reseña, un relato...
- Milano
- 17 oct 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 21 oct 2020
Hace unos años atrás, había un cafetín en la facultad de humanidades de la Universidad de los Andes que nada tiene que ver con el de ahora...
El de antes tenía solamente unos simples banquitos de madera y latón medio destartalados que como te descuidaras te rasgaban la ropa, unas pocas mesas largas de hierro forjado y tope de cerámica, y un techo bastante insuficiente siempre lleno de goteras, porque antes en Mérida llovía mucho y la temperatura siempre andaba por ahí entre los 16 y 22 grados, nada que ver la Mérida de ahora... y es que hasta el clima lo jodió la plaga roja a fuerza de deforestación.
No obstante su sencillez, el cafetín viejo tenía la ventaja de dar hacia "la plazita de humanidades". Así llamábamos a nuestro campus universitario, en el cual hasta el sol de hoy, a pesar de la crisis, y del éxodo Don Simón Rodriguez no ha dejado de dar clases ni un solo día llueva, truene o relampaguee.
De modo que a cierta hora del día se formaba en aquel antiguo cafetín una verdadera verbena, pero no una de cualquier tipo, que va. Aquella era una verbena ilustrada, donde profesores y alumnos (locales y de intercambio) se confundían entre los mesones, donde nunca faltaba por ahí un músico con una guitarra (como el ilustre Churri, por ejemplo), o algún poeta declamando sus versos. Igualmente, siempre había allí gente leyendo las antiguas tragedias griegas o aprendiendo las declinaciones latinas, y por supuesto hablando, debatiendo, discutiendo.
En otras palabras, en el antiguo café de humanidades se ejercía y perfeccionaba el verdadero arte de la tertulia, era nuestro propio Ágora Andino-Tropical. Y recordarlo es recordar también otra Venezuela, una donde el tiempo podía utilizarse para algo más que procurarse uno una dura subsistencia.
Fue en aquel cafetín, y en aquella Venezuela donde conocí a Marianna Guedez: Arcaniam. Una virgo que seguramente tiene mucho de plutoniana y de uraniana en su carta natal, pues pertenece a ese grupo de virginianos poco convencionales, un tanto estrafalarios, llamativos, detallistas, y tences y perfeccionista como nadie (si mal no recuerdo, estudiaba dos carreras y tenía las mejores notas en ambas).
Marianna era una chica que iba de negro cerrado casi siempre, y su semblante a la primera parecía siempre bastante grave pero, aunque lo pareciera, al conocerla, ella era, y sigue siendo, por supuesto, un ser agradable, sensible y de una inteligencia excepcional. Con ella, y otros tantos de aquella camada de humanistas, discutíamos sobre filosofía, ciencia, religión, política, historia. También conspirábamos, discutíamos, y hasta augurábamos los grandes males que sobrevendrían a nuestra democracia al ver con horror el sombrío rumbo que cada vez más iba tomando nuestro país.
El tiempo terminaría dándonos la razón...
De modo que, como ya lo han hecho tantos otros millones de venezolanos, tanto Marianna como yo no tardaríamos en hacer nuestras maletas para irnos del país. Marianna se fue a vivir a los Estados Unidos, y eventualmente yo me iría a Francia, así que por un tiempo perdimos un poco el contacto.
Sin embargo, hace un par de semanas, gracias a esos foros espontáneos que surgen gracias a las redes, donde coinciden comentarios de gente que anda por ahí regada por el mundo, Marianna y yo volvimos a conectar, y conversar. Luego de ponernos al día y recordar otras épocas me comentó que había publicado un libro llamado Desde el exilio: Una colección de poemas sobre el exilio, y aunque no me dio muchos detalles, de inmediato me envió la versión digital para que lo leyera.
Pasarían un par de semanas hasta que al fin tuve el tiempo de leer el libro, y la verdad me imaginaba que sería alguna novela o cuento corto, pero no, no precisamente.
Desde el exilio es una compilación de poemas o prosas poéticas bellísimamente ilustradas; cargadas de una sensibilidad y emotividad verdaderamente sobrecogedoras que logran transmitir cabalmente todo el dolor, la rabia, el duelo y el resto de las emociones por las que pasamos todos los que nos hemos visto obligados a migrar de un país destruido y fragmentado por el comunismo castrista de bota militar, el cual ha separado a millones de familias, y el mundo se niega a aceptar como lo que es: una maldita tiranía impuesta por las armas que se suponen deberían protegernos, coaligada además con el narcotráfico y el contrabando de todo el continente.
Dicho de otro modo, en Desde el exilio Marianna (o Arcaniam) plasma descarnadamente el infortunio que nos empujó a los venezolanos al exilio, dejando ver que, aunque vaguemos por el mundo, y llevemos en otros suelos esa vida "normal" que se nos negó en nuestra patria, detrás de cada sonrisa, punza constante el dolor del desarraigo. El pensar en nuestros familiares todavía en Venezuela padeciendo día a día el horror, la humillación, la carestía y la barbarie fomentada por un estado represor y hambreador con respecto de los civiles, pero bastante laxo frente al crimen y la corrupción.
En verdad, me alegra, y llena de orgullo saber que esa misma Marianna Guedez que compartía conmigo por allá en humanidades en la ULA se haya convertido hoy en una voz, en una consciencia más de las que a través de su poesía suman su grano de arena para contribuir así a abrir los ojos del mundo ante el horror que vivimos los venezolanos.
Además, los poetas perduran en la memoria del tiempo mucho más allá de la vida.
Para finalizar, solo me queda felicitar a Marianna por su contribución al arte, a la cultura y a la lucha de todos los venezolanos, así que espero que que siga cosechando éxitos y sembrando consciencias por donde pasa. Igualmente exhorto a todos a conocer Desde el exilio porque para quienes hemos pasado por esta amarga experiencia podremos mirar el dolor desde la belleza de la poesía, y para aquellos que solo pueden imaginarlo encontraran en esta autora Arcaniam, mi amiga, Marianna Guedez una voz dotada de sentimientos capaces de hacer comprender en su totalidad el drama que se esconde detrás de cada sonrisa en el rostro de un inmigrante.
Comments