Sueño2: Los colosos han hablado
- Milano
- 23 ago 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 sept 2019
El débil resplandor de una pequeña lampara de aceite fue apenas suficiente para distinguir el hierático y enjuto rostro empolvado de oro del calvo pontífice de Ra quien en una posición bastante incómoda, y con su huesudo dedo índice frente a los labios me invitaba a guardar silencio al tiempo que con su mirada me daba a entender que lo siguiera. Caminamos un buen rato en dirección hacia las tinieblas más absolutas, a través de un pasadizo tan estrecho y de tan poca altura que junto con la obscuridad apabullante incitaban a la más pavorosa claustrofobia. Para el pontífice aquel camino debía representar el doble de esfuerzo; su extraordinaria estatura superaba con creces a la de aquel recinto. De pronto, un tenue brillo dorado empezaba a distinguirse en la distancia, y al llegar al origen de la luz... faltan las palabras para describir tanta magnificencia. Un recinto gigantesco enteramente de piedra, con enormes candelabros por doquier, y cuyo resplandor era como el oro, donde además, en el centro se extendía una enorme alberca de agua limpia que invitaba al baño ritual . Mi guía había desaparecido, y ahora estaba solo en medio de toda aquella suntuosidad sagrada, como por reflejo subí cinco escalones para sumergirme en aquella alberca. Una vez dentro, un halo dorado, más brillante aún, formo una especie de campana al rededor de mí, y a mis cuatro costados aparecieron cuatro colosos con cabezas de animales: frente a mi el toro, tras de mi el halcón, a mi derecha el lagarto y a mi izquierda la serpiente, mientras que en la campana de luz se iban formando los símbolos de antiguas tradiciones caídas en el olvido. No sabría decir por qué, pero de entre aquellas imágenes de luz solo alcanzo a recordar un martillo, una llana y un compás. Repentinamente los colosos hablaron con voces como truenos, la luz dorada se apaga y corro desesperado a través de una espesa selva, tropiezo, caigo al vació, despierto. Aún no recuerdo el mensaje del toro ni logro comprender aquellos símbolos ¿Qué soy, un amnésico despierto o un inconsciente que vive dormido? No lo sé, solo espero volver a escuchar el mensaje que quedó perdido en mi memoria.
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