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Un encuentro con Bayly (Crónica)

  • Foto del escritor: Milano
    Milano
  • 22 ago 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 24 sept 2019

El Viernes 16 de Agosto estando en la academia de programación en la que estoy estudiando gracias a las redes me enteré de que ese mismo día a las 7:00pm el escritor y periodista Jaime Bayly estaría en el hotel Alvear de Recoleta firmando libros y compartiendo un poco con sus seguidores. Sin pensarlo dos veces me enfilé directo hacia el hotel, aprovechando que además queda bastante cerca de la academia, una vez allí me las arreglé además para colarme en el lobby, pues siendo aún las 4pm ya la multitud comenzaba a agolparse en la entrada como si de un verdadero rockstar se tratara, y el personal del hotel comenzaba a aumentar las medidas de seguridad.


Ya adentro del elegante lobby, me senté con desfachatez en una poltrona simulando ser un huésped, y bastante atento a todo cuanto ocurría a mi alrededor: Una señora discutía en italiano con su hija por teléfono, una pareja mayor de peruanos me observaban curiosos, otras señoras parecían llevar allí esperando a alguien por horas con gesto de aburrimiento, mientras otra le hacia mimos a su hijo como si de un niño pequeño se tratase, siendo el niño en cuestión un muchacho de al menos 20 años que portaba una kipá.


En fin, en general, un mortal aire de aburrimiento, puras señoras. Nada que ver con las bendecidas y afortunadas que pueblan los hoteles de lujo en Venezuela acompañando a los magnates chavistas.


Esperé y esperé...


En un momento dado, sin aviso, se formó una fila en el lobby para subir al 1er piso donde sería el encuentro con Bayly, me sorprendió que al subir ya había más gente esperando y que yo no vi pasar estando en el lobby. De cualquier forma me senté al último, esperando lograr un momento a solas con Bayly.


Sin embargo, en la antesala al encuentro surgieron las más espontaneas y variopintas conversaciones.


Allí hablamos de política, de economía, sobre los males que el socialismo le ha prodigado a la América Latina, sobre la debacle electoral macrista, y bastante sobre cómo el populismo de mano del peronismo argentino no permiten el crecimiento que ésta sociedad merece, y que además, agregué yo, es un atisbo de lo que será Venezuela si la oposición venezolana, igualmente socialista, persiste en la desafortunada idea de "elecciones libres" sin el previo y urgente procesamiento judicial de los cabecillas de la narco-tirania bananera, para acto seguido proscribir el chavismo por completo e inhabilitar a perpetuidad a cualquiera que se identifique con éste de la esfera política venezolana. Porque sí, hoy en día los chavistas están enemistados con Maduro, pero si por algún milagro providencial el poder cambiara de bando, pasado un tiempo tendríamos otro Chavez en Miraflores o en el mejor de los casos: una masa indeseable lo suficientemente numerosa para entorpecer el camino hacia el desarrollo.


En pocas palabras, si queremos crecer a la par del mundo ¡hay que proscribir toda filosofía totalitaria y populista de América Latina!


Además, el fragor de la discusión, un muchacho de unos 20 años que allí estaba explicaba cómo había abandonado recientemente la facultad de economía de la UBA cuando un profesor le encomendó como tarea la lectura del libro de Cristina Fernandez. Contaba este chico cómo, en ese preciso momento, decidió ponerse a estudiar por su cuenta programación y trading con el objeto de ahorrar e irse a los Estados Unidos. Le deseo toda la suerte del mundo por su valentía, ojalá no solo hubieran miles más como él, si no que además se organizasen para presionar a dar el salto cuántico que necesita la Argentina hacia un verdadero cambio cultural. Porque a diferencia de Venezuela Argentina, con su sociedad verdaderamente cívica, sí puede salvarse.


Finalmente, llegó el momento, ya todos habían pasado y me encontré al último frente a Jaime Bayly después de que él recomendase a un muchacho que quería ser escritor leer los primeros artículos de García Márquez.


Lo primero que me llamó la atención fue su altura al verlo por primera vez de pie, y lo tersa que se ve su piel (casi un bebé). También me asombró su amabilidad, no debe ser fácil sonreír y tomarse fotos con tanta gente y de tan buena gana a pesar de que su rostro exhibía evidentes muestras de cansancio.


Cuando finalmente me acerqué a Bayly le dije: curioso que recomiende a Márquez dadas sus preferencias ideológicas. Lo hice reir, y eso abrió la puerta para que conversáramos sobre Venezuela, y su situación, sobre que si bien él le ha brindado un gran apoyo a Juan Güaidó hay que tener en claro que la oposición venezolana sigue siendo socialista (es decir, parte del mismo mal que se quiere erradicar) entre otras cosas. Igualmente, le expresé mi admiración por su inteligencia y por su valentía, pues se ha enfrentado a muchos poderosos en distintos momentos de su vida y nunca ha vacilado frente a la verdad -sobretodo la propia- en sus programas, columnas, y novelas.


Finalmente le confesé que yo también cultivaba el vicio de la literatura y la escritura, y que también quisiera tener su coraje cuando escribo, su respuesta me alentó, con su voz fina dijo "no te preocupes, ya lo encontraras" y acto seguido, para mi total sorpresa, me extendió su tarjeta para que nos mantuviéramos en comunicación y me regaló un ejemplar de Pecho frío que firmo y dedicó con real cariño...


Ya les haré saber si Jaime, cumple su promesa de comunicarnos.


En fin, fue una buena noche y hoy puedo describir cómo fue mi encuentro con el Sr. Bayly o como el prefiere que le digan Baylys, porque son muchos. Aunque por suerte me tocó conocer a la versión más amable aquella noche.

 
 
 

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